Me duele la cervical y se me acabó el
tiocolchicósido. Lu no ha querido comprármelo, dice que está ocupada y que me
tome el diclofenac sólo. Desearía que por un minuto estuviera en mi cuerpo.
Siempre lo mismo... Tengo que rogar para que me haga un favor, como si no
hubiese sacrificado ya toda la vida. La quisiera ver cuando tenga mi edad, es
demasiado fácil tener veinte años y pesar cincuenta kilitos, al menos tengo a
las gatas, por muy marranas que sean las amo. ¡Coño! otra vez se cagaron en el
baño, uno de estos días voy a reventar y voy a tirar a Lu y las gatas por la
ventana ¿Por qué tengo que ser la única que les limpie la mierda? Si no voy a
tener un mínimo de consideración, voy a cambiar la maldita cerradura para que
nadie duerma en esta casa.
Bueno...
Lu es
lo único que tengo.
Su
belleza y su juventud me recuerdan un poco como era yo. Lu es linda a su manera y tiene mejores
piernas que las mías, pero si hubiese sacado mi piel y la masa de pelo negro
que me gastaba, seguro habría sido una valquiria tremenda, de esas que matan nada
más con la mirada. Si yo tuviera esa cara y ese cuerpo, con la experiencia de ahora,
me estaría llevando al mundo por delante, y si hubiese sacado mis tetas... Eso
sí habría sido una promesa... Sería una puta cara como la hija de Marlene, que
se fue con un yanqui y ahora le manda dólares. ¡Mierda! Otra vez me duele el
pecho y tengo el hormigueo raro en la mitad de la cara ¿Esa puta no entiende
que me siento mal? No voy a llorar delante
de ella, el día que me encuentre muerta se va dar cuenta de lo mal que estaba. Estoy
hecha una mierda y no quiero más la bendita crema de espinaca, quiero un buen
pedazo de carne, un bife de lomo término medio por lo menos ¿De qué me sirve
cuidar el colesterol, si tengo el resto del cuerpo podrido? Además, no importa
cuántas cremas de espárragos, zapallo, espinacas o berro me harte; siempre me
dicen la misma mierda, treinta kilos de más y doce pastillas diarias que no
logran controlarme la tensión.
Odio
la compasión de Lu. Yo era más bella que ella, era más mujer... ¡Coño, pero
como la quiero! Lu era una niñita tan bonita... Su vocecilla aguda me partía el
corazón... Yo creo que le molesto y creo que ella creció para demostrarme que
al final no me necesitaba, que mi único motivo de existencia es el de una
piedrita en el zapato. A mi me ofende, esta
mierda me ofende. Yo fui una mujer muy valiosa y si ahora le molesto a la
gente, mejor me arranco la vida... No me la puedo arrancar por mi mamá, ella
dice que soy mierda que cagó, pero ni siquiera alcanza a limpiarse el culo ella
misma. Lu no la soporta, dice que ella me destruyó, por eso soy la única que
puede ayudarla. Además, si me mato las gatas no van a conseguir una mejor panza
que la mía para dormir. Allá viene Lu,
espero que no note que he estado llorando, porque me va a restregar su radiante
belleza llena de compasión y no necesito su falsa caridad... ¡Coño cómo hago
para no lloriquear!
-Lu,
me siento muy mal, llévame al médico por favor...
Cuando
Lu me abraza las lágrimas se me acumulan en la garganta y... ¡Me da rabia!,
pero hasta gimoteo sin control. La he herido tanto... Soy una mala persona, una
mala mujer, le habría hecho menos daño al mundo si no hubiese sido madre...
Ojalá Lu sea estéril, ojalá que nunca tenga hijos...
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